El otro

No es fácil la vida para un delator. Me levanté renegando de este trabajo de porquería; pero no se hacer nada mejor, tengo pocas luces para hacer otra cosa. Además, siempre fuí curioso, me gustaba el jueguito de saber que hacían los demás y quizá, para divertirme un poco, dar vuelta algún comentario para ver qué resultado obtenía... o una reacción inesperada. Hoy no me divierto tanto, el asunto es un poco más serio: me juego el cuello en cada detalle. Sonó el teléfono. Me despertó otro maldito político para saber si había averiguado algo. No. Todavía me queda sondear algunas fuentes -según la jerga. Mentira, ya tengo todo lo que necesita; pero como no habla de pagar un peso lo voy a dejar que se caliente un poquito. Tengo fotos, cientos de fotitos guarras de señores y señoras que no hacen lo que dicen. Y después el hijo de puta soy yo, no es justo, para nada; pero este trabajo es así: muchos me necesitan y luego me etiquetan de sucio, mala gente, traidor... y todos los epítetos que haya a mano. Pero chst!, momentito, que guardo todo, no vaya a ser que alguno se quiera poner pesadito, manejarme la vida, amenazarme. No, conmigo mucho cuidado; tengo una bolsa llena de favores por cobrar de gente ansiosa por retribuir. Como dije, me deben un montón de favores. Uno que me debía era "El Candado", Canda, para abreviar. Se apareció un día y me dijo: "Si me conseguis unos datos te hago participar en las ganancias". Primero: que salieran tantas palabras del Canda me asombró, tenía algo grande. Segundo: acepté con algunas condiciones. Otra que me debía era Juliana, cajera de una sucursal del banco Del Centro. De ella tenía que levantar la información para que el Canda y sus muchachos hicieran su faena. Algunos hay que a la hora de pagar deudas dudan, se hacen los difíciles; quiero decir, Juliana se puso defícil: tenía miedo de quedar pegada en un asunto sucio y por eso me costó un buen rato convencerla, para que largara lo que fuí a buscar. Mientras tanto, el Candado me presionaba, como si yo fuera empleado de el. -Juli, no te va a pasar nada, creeme.¿Alguna vez te hice una fea? No, ¿verdad? ¿Por qué ahora va a ser distinto? Bla, bla, bla y algunos cigarrillos, café, unas copas, promesas... y largó el rollo. Al día siguiente me llamó Juliana para decirme que estaba asustada, que no podía dormir bien, etcétera. La tranquilicé y le prometí que iría al banco un rato antes, para protegerla, por si el plan se iba al diablo. Llegué cinco minutos antes sin que el Candado y sus niños lo supieran; me puse en la cola más larga a esperar. Juliana me vió entrar. Seguía parado en la cola, que por suerte era la mas lenta en la história de los bancos, cuando, entre menos cinco y la hora, lo ví entrar. No, no era el Candado, era... pero antes cuento como fué. Todos los que estabamos en el puto banco lo seguimos con la mirada y la boca abierta. El tipo ni mu, pasó derechito a la oficina del gerente y sin anunciarse entró como si fuera el dueño. Chau, me dije, a la mierda todo. No pasó un minuto que entró el Candado y de a uno, cada diez segundos, los otros. El Candado se puso detrás mio y bajito me preguntó: - ¿Qué hacés aca, boludo? - Shh, callate, no sabes quién esta con el gerente. - ¿Quién? - El Diego. - ¿Qué Diego? - Maradona, ¡quién va a ser! El Candado se quedó callado unos segundos, luego dijo: - Me importa una mierda quien esté, yo lo hago igual. Acompañame a la oficina del gerente. El Candado le dijo a una mina que eramos de la custodia del Diego y nos dió via libre. Entramos. Cuando nos vieron entrar, Diego miró al genrente y los dos nos miraron a nosotros. El Candado habló: - Vinimos a robar el banco y vos (señalando al Diego) nos cagaste el día. Decía esto mientras le ponía el silenciador a la pistola. Diego alcanzó a decir: "Pero muchachos..." antes de recibir el primer disparo. El segundo fué para el gerente. Le saqué la pistola y le descargué lo que quedaba. ¿Usted qué hubiera hecho, señor comisario?  FIN.

7 comentarios:

jose luis dijo...

Veamos ahora.
Por cuarta o quinta vez te informo que me alegra que no haya aparecido la palabra fin. Eso significa que lo del Canda no debe ser tan grave como para que arranquen a las puñaladas de una o la pantalla se tiña en sangre.

Habrá un final medianamente simpático?

Besos primito

Monica

Mauro A Fernandez dijo...

se van afinando los hilos narrativos, son más delicados en cada relato, me parece

ojete: que eso no les saque la mugre del habla que les dio su gracia al principio...
quiero decir:
"trabajo de porqueria" tiene su música, pero unos relatos atás hubiera sido "trabajo de mierda"
o
¿por que el personaje se juega "el cuello", si en otros relatos se hubiera jugado el "cogote", el "gañote" o incluso las bolas?

no estoy discutiendo favores, estoy viendo un asunto que con el tiempo ha cambiado y es de observar... como para preguntarse por cosas, o romper las bolas.

un detalle más, entre otros porque si no es molesto: el ritmo siempre marcha, se siente propio del relato. ahi mismo, sin embargo, hay pausas descuidadas; cosas con comas que merecerían puntos o nada.

y bien, futuremos, que es lo que suele hacerse al final: ¿qué sucedería con la clara máquina estilística de corinte si se pusiera temáticamente más íntima?

yanomamo dijo...

Mira flaco, es probable que el autor ande queriendo hacerse el literato y con eso se esta yendo un poquito a la mierda. Probablemente tengas razón, pero me iclino más por pegarle unas buenas patadas en el culo, a ver si espabila.
Y lo de la temática más íntima... qué querés, ¿que te mande una carta de amor?
No te olvides que es un escritor de poca monta que escribe boludeces para matar el tiempo.

Anónimo dijo...

Mauro: cuál es tu problema? El que escribe es él y elige el estilo que más le pega al momento. A mí me gusta más así; y si adopta una temática más íntima sabrá como arreglárselas para que continúe siendo interesante.
Pero en el final incluír a "Maradona"??? Mi primo favorito se está tornando un hombre "de molde". Quisiera ver si estuviera próxima la Regata del Río Negro. Lo hubiese insertado allí a Javier Correa?

el chileno dijo...

Maradona entro en el lugar y en el momento equivocado. A Javier Correa le hubiera entrado la misma bala, de haber estado ahi, claro.

Anónimo dijo...

que problem atenes con la sangre MÒNICA¿ y si mal no vi .. la palabra FIN esta. Siempre hay un boludo que te caga el dìa ... llamale Diego , Juan o Pedro ..

Anónimo dijo...

Para anónimo del 26/05
No tengo dudas que quien que entró en el momento equivocado es anónimo. La sangre no me causa problemas. El exceso sí. La palabra fin estaba cuando entraste vos al cuento. Cuestiòn de tiempos, pausas y reconocimientos. Seguro sos flaca y guarra anónimo.
Monica