Llorarás en silencio INCONCLUSA

es el vacío el que piensa... Jim Thompson Tragedia, drama y comedia en un solo acto. Vivir para contar las mismas escenas tantas veces aburre... pero no podemos hacer nada. Mirá sino, el cartero, ahí; tocando timbre en una casa donde tienen encerrada a la hija para que no vea hombre alguno, hasta estar preparada. Dieciocho tiene ella. De alguna manera se escurrió y -¡ring! por segunda vez- abrió la puerta. El cartero levanta la cabeza y la ve, a ella, la mujer más fea que ni siquiera imaginó. Le tiemblan los labios cuando dice hola. Ella lo ve a él, el primer hombre después de su padre. El padre que le enseñó cómo son las caricias de un hombre, qué esperar de su culo derrotado en tantas batallas de placer y asco... Ella lo ve a él y le dice: "sacame de este infierno". La puerta se cerró de golpe. Juan se fué angustiado, confundido: la mujer fea lo atrajo; por otro lado... si, una mujer que la estaba pasando mal. Iba caminando, mirando la vereda, el bolso todavía lleno de cartas y no podía dejar de pensar en ella... Abre la puerta de tu celda oscura Y deja que silencie tus gritos con besos Abre la puerta de tu prisión de dolor Y cubrete entre mis brazos mi amor Abre le puerta, yo te lo imploro Abre la puerta de tu alma muda (*) Entonces pensó que podría hacer algo, otro intento de volver a verla y decirle que él la ayudaría a escaparse, que él se enamoró y que otra cosa no se le ocurría. Volvió Juan, una y otra vez, pero sin suerte, nadie abria la puerta. La insistencia podría crear sospechas en los vecinos, pensó; pero no le importó un carajo, que piensen lo que quieran. Alrededor de las ocho de la noche se paró frente a la puerta que solo se abrió una vez, sacó un cuchillo de la bolsa de las cartas; tocó timbre, golpeó, pateó. Se abre la puerta, aparece el monstruo, el asesino de la inocencia, la cara roja del inmundo que inicia su muerte lenta cuando Juan le clava el cuchillo en el estómago. -¡La-puta-que-te-parió!, dijo, esquivando el cuerpo tirado de la bestia. Entró a la casa, abrió puertas. Ella estaba en su dormitorio, sentada en la cama, mirando televisión. -Juntá algo de ropa, rápido. Te llevo conmigo. Ella lo miró, se levantó de la cama, agarró un bolso que tenía a sus pies: -Sabía que ibas a volver. Estoy lista. -¿Tenés mamá o algo parecido? -No, se fué hace mucho. -Bueno, vamos. Al lado de la puerta esta tirado el viejo, no te asustes, tuve que hacerlo. Cuando se acercaron a la puerta, ella se llevó una mano a la cara y dejó de caminar. El la tironeó para sacarla a la calle. Tomaron un colectivo, un tren y después otro colectivo hasta llegar al cuartucho donde vivía Juan. Entraron, ella se paró al lado de la cama, como dejando lugar, el dejó su bolso contra la pared; le dijo: "desnudate". (*)Esta canción se llama Alma muda y pertenece a Heitor Pereira. De la película Dominó, dirigida por Tony Scott.

2 comentarios:

Mauro A Fernandez dijo...

esto en algun momento va a ser una novela de casi 200 paginas me parece, y me parece bien...

Anónimo dijo...

Mauro: Se nos está poniendo flojoni el pibe, pero va cada vez mejor.
Tiene buen semblante esto.
Veremos.
Monica